Después de cuatro años volvemos a desempolvar nuestras viejas bicis para
salir al extranjero. Esta vez abandonamos la cuenca del
Mediterráneo y dirigimos nuestro rumbo hacia el norte.
Aún perduran en nuestra memoria el calor sofocante y las privaciones
sufridas en Marruecos, donde teníamos que acompañar cada bocado de
"tajín" ardiente con coca-cola helada hasta provocar el desprendimiento
de las fundas dentales. Nos vamos al país de la cerveza y las salchichas!
Viernes, 5 de Julio Vigo-Oporto-Roma
Salimos de la estación de buses de Vigo hacia Oporto por la mañana en la empresa AUTNA. Hay que llevar la bici embalada en una caja y facturarla en la estación. El bus nos deja en el aeropuerto Saa Carneiro, donde comemos y por la tarde cogemos el vuelo de Ryanair que llega a Roma de noche. Hay un bus cada media hora del aeropuerto a la Estación Termini.
Llegamos sin reserva de hotel. Buscamos al lado de la estación pero todos están completos. El alojamiento en Roma es caro. Después de media hora encontramos habitación en el hotel Asissi, dos estrellas, ochenta y cinco euros.
Dedicamos todo el día a recorrer Roma a pie. Desde la Estación Términi, por Vía Cavour, llegamos al impresionante Coliseo y al Arco de Constantino.
Luego, por la Vía de los Foros Imperiales, al Foro de Trajano y al enorme Monumento a Victor Manuel II. Construído totalmente en mármol blanco alberga en su interior el Museo del Risorgimento dedicado a la unificación de Italia. Se accede al pórtico desde la Piazza Venezia a través de unas majestuosas escaleras al final de las cuales está la tumba del soldado desconocido en la que arde una llama eterna custodiada siempre por dos soldados.
Desde la Piazza Venezia, por la Vía del Corso, encontramos el Panteón de Agrippa, coronado por la cúpula de hormigón más grande de la historia. Un alarde de tecnología.
Cerca está la Piazza Navona, construída sobre el Estadio de Domiciano
tiene en el centro la fuente de los cuatro ríos con un obelisco egipcio.
Desde allí regresamos por el Pantheón hasta la famosa Fontana de Trevi. Se estima que los turistas arrojan unos tres mil euros diarios en monedas a la fuente.
Una escena del film de F. Fellini que forma parte de la antología cinematográfica
Una ventaja de Roma es que hay numerosas fuentes donde beber y el agua sale muy fresca, pero aprieta el calor y hacemos una parada para comer una pizza y un bistecheto.
Después de comer nos acercamos a la Piazza de Spagna. La escalinata está atestada de turistas a pesar del sol abrasador, pero, como dice Clara Sánchez (Lo que esconde tu nombre) en El País, si se quiere dejar la firma de que se ha llegado a Roma, de que se está aquí y que se forma parte de un momento único, hay que sentarse en sus escalones.
Desde Piazza de Spagna, por la Via del Condotti, donde se encuentran las tiendas de lujo, llegamos a orillas del Tiber y allí, en los jardines del Castillo de Sant´Angelo, cumplimos la regla instituída por San Benito de reposo y tranquilidad en la hora sexta.
Por la tarde, después de una tormenta, por la Via de la Conciliazione, llegamos a la Piazza de San Pedro en el Vaticano.
Al atardecer regresamos, caminando, por Corso Vittorio Emanuele y Via Nazionale hasta el hotel, en Estación Términi.
Salimos de Roma el domingo, temprano. En Italia, por estas fechas, el sol sale sobre las cinco y media de la mañana. Buscábamos la Vía Casaia, que va a Viterbo, pero preguntando junto al Tiber un ciclista nos llevó por la Vía Flaminia y nos acompañó durante una hora. Más adelante, por carreteras secundarias alcanzamos Viterbo donde paramos a comer.
Italia es mucho más verde que España, los campos están muy bien trabajados y hay muchos bosques.
Por la tarde llegamos bastante cansados por el calor a Montefiascone y paramos al fin en un camping a orillas del lago de Bolsena, donde tuvo lugar un baño crepuscular.
Al final del viaje habremos adelgazado cuatro kilos.
Saliendo del camping, a tres kilómetros, a orillas del lago, está Bolsena, un precioso pueblo medieval que merece una visita.
Desayunamos en el bonito pueblo amurallado de Monteriggione. Paramos tambien en San Quirico D´orcia. Comemos y descansamos después de Buonconvento.
Llegamos a Siena ya por la tarde y nos alojamos en el camping, en las afueras de la ciudad.
La Siena actual es muy parecida a como era en los siglos XIII, XIV y está declarada patrimonio de la humanidad.
Tiene lugares deslumbrantes, como la Piazza del Campo, uno de los espacios urbanos más bellos de Europa. Tiene forma de abanico y en ella se celebra la famosa carrera de caballos del Palio.
El duomo, parecido al de Florencia, es espectacular. Por supuesto cenamos en este lugar magnífico y regresamos al camping bien entrada la noche, a pie porque ya no había autobús.
Martes, 9 de julio Siena-Firenze. 75 km (Florencia, seis años después...)
Etapa corta pero muy dura por la Toscana. Continuas subidas y bajadas. A los italianos les tiene sin cuidado el desnivel de las carreteras que, a veces, supera el 10 por ciento. Los pueblos están el lo alto de las colinas y la carretera va pasando por todos ellos. Pero el paisaje, ondulado, es muy bonito. Casas con entradas bordeadas de cipreses, viñas, olivos y el olor de las hierbas aromáticas...
Paisajes de la Toscana
Después de seis años, cuando hacíamos la ruta a Estambul, llegamos con las mismas bicis a Florencia y volvemos a dormir en el camping Michelangelo, junto a la plaza del mismo nombre, donde se puede contemplar uno de los atardeceres más bonitos del mundo.
Ponte Vecchio
Piazza di la Signoria
Palazzo Vecchio
Celso tenía una rodilla mal y prefirió tomar un descanso. Bajé solo, hasta la orilla del Arno, cruzé de nuevo el Ponte vecchio y volví a recorrer esas calles llenas de historia y belleza, donde pintaron y esculpieron los genios, el Duomo, el Palazzo Vecchio... y me senté a escuchar, no sé cuanto tiempo, la música de Tadeusz Machalsky.
Si vas a Florencia, en la Piazza de la Signoria, junto a la Galería de los Uffizi, seguramente podrás ver y escuchar a Tadeusz Machalsky, un guitarrista clásico que toca en este lugar desde hace años y que toca de maravilla, como puedes comprobar en estos vídeos.
Y después, el atardecer desde la Piazza de Michelangelo
De Florencia a Bologna existen varios itinerarios. Elegimos la SS325, llamada Vía Bologna, que sale desde Prato siguiendo el curso del río Bisenzio y atraviesa los Apeninos a través de extensos bosques.
En Vernio paramos a comprar pantalones nuevos porque los que llevábamos puestos nos produjeron rozaduras que nos molestaban bastante al pedalear. Adquirimos los oficiales de su "escuadra" que eran más baratos y además nos regalaron la camiseta a juego.
La ascensión a los Apeninos fue muy bonita y no tuvo gran dificultad. La bajada fue interminable, hasta Vado, donde paramos a comer y descansar.
Entramos en Bologna esprintando con ciclistas locales entre el tráfico de coches. Bologna es la capital de la Emilia Romaña y tiene el casco medieval más grande de Europa, después de Venecia, con 37 km de pórticos; es famosa por su universidad, fundada en el siglo XI.
Fuente de Neptuno y Palazzo Re Enzo, junto a la Piazza Maggiore
Durante el mes de julio en la Piazza Maggiore hay cine al aire libre
Después de recorrer la zona histórica nos fuimos al camping, que no fue fácil de encontrar, y alquilamos un bungalow totalmente equipado, con aire acondicionado. Una bandada de esbeltas kikas, siempre en movimiento de un lado para otro, se ocupaba de tener el camping libre de insectos.
Etapa larga y totalmente llana por la Emilia Romaña y el Véneto atravesando las extensas explotaciones agrícolas del valle del río Po. Siguiendo la vía del tren pasamos por San Giovanni in Persiceto, Crevalcore y paramos en Mirándola, donde nació el famoso humanista Pico Della Mirandola que formuló los ideales del Renacimiento en su "Discurso sobre la dignidad del hombre".
La ciudad está en reconstrucción después de que en mayo del 2012 un terremoto que causó varios muertos destruyera gran parte de los edificios históricos.
Celso aprovechó para cambiar el sillín de la bici por uno nuevo de gel con la esperanza de resolver los problemas que le ocasionaba el antiguo y duro "Selle Italia" de cuero.
Nino Rota
Verona es una de las ciudades más hermosas de Italia, famosa también gracias a Shakespeare que escribió Romeo y Julieta.
Nos alojamos en el camping Castel San Pietro, que se encuentra en un
alto, sobre las ruinas de una antigua fortaleza y con vistas panorámicas
de la ciudad. Es un frondoso jardín botánico con cientos de especies
arbóreas, distribuído en varias terrazas comunicadas por escaleras. En
lugar de montar la tienda tuvimos el acierto de alquilar una especie de
casita rústica porque esa noche tuvo lugar la tormenta con más rayos que
hemos visto en nuestras vidas.
Al atardecer cruzamos el famoso Ponte Pietra sobre el río Adige que baja desde los Alpes
En Vía Mazzanti tomamos un aperitivo de spritz, una mezcla de vino
rosado con agua de seltz que se bebe en todo el Véneto, y cenamos
espaghetti a la bolognesa.
Paseamos por la Piazza dei Signori y ya
de noche entramos en Santa Anastasia para asistir al concierto de la
coral del "Hills Road Sixth Form College" de Cambridge, en gira por el
norte de Italia.
Desde Verona la carretera, practicamente llana, sigue el cauce del río Adige atravesando la provincia autónoma de Trentino con paisajes de extensos viñedos en la parte baja y bosques en las laderas del valle. En Trento hacemos un descanso para comer algo y continuamos hasta Ora (Auer) que pertenece ya a la provincia autónoma de Alto Adige o SudTirol donde se habla alemán.
Sábado, 13 de julio Ora (Bolzano)-Sterzing. 100 km
La provincia autónoma de Alto Adige, aunque pertenece a Italia se parece más al Tirol y la mayoría de sus habitantes, de origen austríaco, hablan alemán. De Bolzano a Sterzing vamos por un agradable carril bici que discurre por un lado del río Adige y va cogiendo altura. El paisaje es precioso con terrazas de viñas al principio y frondosos bosques después. Esta es una región a la que habría que volver para hacer algún treking.
Domingo 14 de julio Sterzing-Innsbruck-Wiesing. 100 km
Otztal Trio zu Tirol gehort das Jodeln
Salimos temprano. El paso de los Alpes fue mucho más facil de lo que esperábamos.
Enseguida alcanzamos la frontera con Austria en Brenner.
Luego vino una bajada larguísima,
interminable, en la que pasamos frío, hasta Innsbruck. Paisajes de
película con montañas, bosques y prados llenos de flores.
Innsbruck es la capital del Tirol, famosa
por sus estaciones de esquí. Aquí se celebraron dos veces las olimpiadas
de invierno. Es una ciudad muy bonita donde las fachadas de las casas
están decoradas con pinturas.
Después de comer algo y dar una vuelta continuamos la ruta siguiendo el curso del río Inn hasta
un camping situado en el pueblecito de Wiesing. Baño en la piscina,
comida a base de fruta, siesta, paseo por el pueblo y al atardecer cena exquisita en el restaurante.
